Como sufre un niño

Me pregunto cómo sufre un niño, porque estoy segura de que debo haber sufrido mucho en la infancia, y sin embargo, no recuerdo ese dolor.pngtree-world-sleep-day-cartoon-mother-and-daughter-sleeping-png-image_4614452 Recuerdo imágenes, que están grabadas en mi mente como cuadros, los cuales miro a la distancia y están intactos.  Pasó el tiempo, pero no perdieron ni el color ni la vivides. Pequeñas imágenes insertadas en la memoria. La primera que se me viene ahora a la mente es una imagen de mí misma con mi mama. De noche. Yo en la cama. Mamá diciéndome que me duerma y yo no pudiendo. Hace 50 años de eso y ya en esa época mi progresista mamá me decía que me concentrara en la respiración y que, si ponía mi mente en ello, de a poco me iba a quedar dormida. Me pregunto un par de cosas. Primero, ¿cómo un adulto pretende que un niño o niña de 5 o 6 años interprete lo que es centrar la mente en la respiración? 40 años después todavía no lo había aprendido. 45 años después aún me cuesta. Otra pregunta que me hago es, ¿qué pasa por la mente de un niño de 5 o 6 años, que, en lugar de dormirse plácidamente, necesita respirar y enfocarse en la respiración para poder dormirse? Y la última pregunta que me hago es ¿No le parecía raro a nadie? Desde ese primer registro a hoy, puedo contar mil y una veces, como las mil y una noches donde dormir dependía mucho más que de un cuento, una respiración profunda o mucho más actualmente de alguna serie que corría incesantemente hasta que mi caprichosa mente se daba por vencida dejando a mi alma entregarse a los protectores brazos de Morfeo. Después de años y miles de imágenes de insomnio prolongado, de ciento y un mil métodos, incluyendo tratamientos psiquiátricos, aún tengo los mismos problemas para dormir. Hoy y después de una intensa batalla entiendo o, mejor dicho, puedo registrar algunas de las emociones que me inundan. El problema es que me tomo una vida destapar el volcán de emociones que algún día empecé a acumular, o mejor dicho a tirar en un pozo, que después de acumular por años hizo presión y finalmente voló por los aires. Lo bueno, es que voló por los aires. Llego la libertad. Lo malo, es que voló por los aires. Que peligros es tapar y tapar y tapar y tapar, hasta que llega un momento que no alcanzan todas las tapas del mundo para evitar la explosión. Ojalá uno se diera cuenta a tiempo. A tiempo de enfrentarse sin miedo. A tiempo que el cuerpo no pague. A tiempo para que el alma no pague. Hoy me doy cuenta de que la ansiedad que tengo en el centro de mis tripas probablemente nació mucho antes de aquella noche donde mi madre intentaba infructuosamente que respirara profundo para que me durmiera. Ahora recuerdo que le tomaba la mano fuerte para que supiera que estaba despierta, en cuanto empezaba a relajarme y soltar mi consciencia, ella se quería soltar y como una campana despertadora, yo me volvía a poner en guardia aferrándome a esa mano como si fuera el aire que necesitaban mis pulmones para respirar. Esa noche o algún momento antes se plantó la primera bacteria de ansiedad en mis intestinos, y a partir de ahí nunca paro de crecer, hasta llegar a nivel insospechados. Hoy registro esa ansiedad, hoy registro el miedo detrás de la ansiedad, hoy registro la angustia que me provoca ese miedo. Hoy puedo llorar. Hoy puedo comer. Hoy puedo usar métodos para ver o no ver esa ansiedad. Pero porqué si recuerdo tan vívidamente esa noche, con mi mama sentada en mi cama, tomando mi mano y pidiéndome que respire, porque no puedo recordar la angustia, el miedo, el dolor. Evidentemente debe haber un mecanismo de protección natural que se cuela como un velo para proteger a los niños que no pueden expresar la causa. Que secuela en los adultos también, y los hacen incapaces de ver más allá del síntoma. No lo sé. Imagino que será la incapacidad misma para poder asimilar la tragedia que uno tiene enfrente. Sera que cuando de niños vivimos en primera persona alguna tragedia que no pudimos expresar con palabras, y ocultamos bajo distintos comportamientos poco naturales de la edad, cuando todo eso creció como la mala hierba en nuestro interior y cuando finalmente como el volcán que no tiene más espacio y explota, se desarrolla en nosotros una visión más amplia? ¿más honesta? ¿más profunda? ¿Podremos convertir todas esas emociones en una forma de ayudar a otros? Ojalá que sí. Si Tenes una nena o un nene, que te aprieta la mano a la noche para que no la dejes sola, abrí los ojos y mira, porque el universo te está dando una señal y si la ves y te logras enfrentar al pánico de la tragedia, elcamino de  la luz se te va a revelar mucho antes, mucho más amplio y mucho más luminoso. Mi mama no pudo y aún sufre por eso. Muchos años después. Aun no sé cómo sufren los niños que no pueden expresar con palabras su dolor. Pero no es que no exista. Queda adentro y se agranda. Pero si sé algo por experiencia, es que tarde o temprano la vida te enfrenta con la tragedia, tantas veces como sea necesario hasta que por fin, uno logra destapar el volcan. Si uno no puede hacerlo, explota y vuela por los aires. Duele más. Pero igual se destapa. A partir de ahí, en como uno tome todas esas emociones y las empiece a procesar, a digerir y a integrar a nuestro ADN como parte vital de nuestras células, es el tamaño de la recompensa. Cuando al final llega, a nosotros el camino de la luz crece enfrente de nosotros. Porque logramos convertir lo malo en bueno, la tragedia en experiencia, y la herida deja de doler y comienza a picar. Y algún día ese picor finalmente se va a apagando. Solo hay que enfrentar el miedo, abrazarlo y esperar a que pase. Mientras vivimos esta experiencia y caminamos, vamos a ver como baldosas de luz aparecen frente a nosotros. Del abismo y la oscuridad, al camino de la luz. En algún punto en el medio todavía me encuentro, abrazando a mi amigo el miedo. Sera que alguna pueda dormir sin método, serie, respiración o pastilla? Feliz noche, y dulce sueños

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